El periodismo serio nos ayuda a navegar y entender el mundo desde la verdad

El periodismo serio nos ayuda a navegar y entender el mundo desde la verdad

Las publicaciones más serias se convierten en items de estilo de vida y destacan del océano de contenido pagado (no rotulado) que hay en internet

{Día a día, cada día, nos convertimos en nosotros mismos; y nadie se convierte en nada que no haya visto antes. Por eso, nuestro consumo diario de información —nuestra dieta mediática— es tan trascendental como lo vivido en nuestra infancia. Lo que vemos, leemos, escuchamos y, por ende, decimos es crucial en el planteamiento de nuestra identidad y nuestra historia.}

Los medios nos ayudan a asimilar realidades. Son un espejo de lo que viene pasando y el registro de la conciencia colectiva de una comunidad. Uno siente que crece con ellos.

Cuando llega una nueva edición de mis revistas favoritas, me emociono incluso al abrir el sobre que las contiene. Me suscribo a ellas año a año y estudio las estrategias de sus editores entre páginas.

Confiarle a alguien la selección de temas que van a nutrir mi juicio y mis opiniones me parece un acto casi romántico. Y eso es para mí lo que hace uno cuando paga por un medio con una estructura periodística seria. Le confía a un editor el buen uso de su tiempo.

Aprender a diseñar una dieta mediática que siga los parámetros periodísticos más rigurosos es saber —por ejemplo— que si algo viene publicado en los canales de El País o The New York Times, es confiable.

Y aún así, solo seguir fuentes serias no basta. Toca dejar de leer noticias en Facebook y hasta limitar los perfiles que seguimos en Twitter. En lo personal, decidí marcar una clara diferencia entre los portales que creaban contenido para marcas sin rotularlo y los que respetan el contenido editorial como el santo grial.

Mi dieta de medios en el plano internacional tiene a Monocle, porque tiene un estilo británico que es directo, gentil e hilarante para narrar sus historias. A British Vogue, porque me hizo soñar con lo imposible los días que estudiaba en Londres, dándole vida a todas las notas de la revista desde mi propia narrativa. Y también a The Economist, porque me parece la cobertura internacional más aguda en economía y política (y es mi cable a tierra con la carrera que estudié).

Creo que no estamos tan indefensos o a la deriva en cuanto a la verdad. Tenemos herramientas para distinguir información imparcial de contenido pagado y de publicidad.

Uno sabe cuándo hay un ejercicio periodístico impecable por el que hay que pagar con gusto. Al final del día, la gente sabe. La gente sabe qué hora es.

 
Una es más auténtica cuando más se parece a lo que ha soñado de sí misma

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Así fue como aprendí a ganar. Crecer y ganar. Ganar en mis propios términos

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